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martes, 18 de enero de 2011

LA IMAGINACIÓN COMO FUENTE DE CREACIÓN DE LA MÚSICA

Cuando hablamos de la mente, de cómo pensamos y de cómo aprehendemos
el mundo, a menudo pareciera que damos rienda suelta a la imaginación sin sentido, dejamos que la mera especulación de cómo suceden los procesos mentales jueguen un rol predominante.

que pertenecería al análisis filosófico, y otro organizador material, que
pertenecería a la neurociencia y psicología.

En este sentido, Edelman menciona que “la ciencia es imaginación al
servicio de la verdad verificable (la realidad del sentimiento en la imaginación), y como tal, la imaginación es de hecho dependiente de la conciencia o la razón. La ciencia misma es también dependiente” La negación de la posición dualista cartesiana es entonces el punto de partida de las preocupaciones de este tipo de filosofía
de la mente, pues como plantea Damasio, creer que las operaciones más
refinadas de la mente están separadas de la estructura y del funcionamiento
del organismo biológico (y su entorno) es un error, pues el cerebro y el
En el uso del concepto mente en la filosofía de la mente discerniremos dos sentidos, uno fenomenológico,
resto del cuerpo constituyen un organismo indisociable integrado por
circuitos reguladores bioquímicos y neurales que se relacionan con el
ambiente como un conjunto, y la actividad mental surge de esta interacción. así pues dentro de esta interacción se busca horizontes en la innovación referente a la interpretación y por consiguiente a la creación de la música, ésta asociacion entre técnica e imagacion en la mente debe conjuncionarse para crear nuevas dimensiones en imaginación

la mente técnica y la imaginación son dos rubros de la investigación
que, en particular en la filosofía de la mente, son una dupla en una
incesante y recurrente interacción en forma de bucle, en donde los resultados
de dicha interacción se van integrando constantemente al mencionado
bucle. El conocimiento experimental se complementa constantemente con
las conjeturas filosóficas del origen de las cosas, orientado también al origen músical como tal, a su vez, se nutren de manera constante de los avances que arrojan los resultados experimentales de las neurociencias, (filosofía de la mente).

En consecuencia la búsqueda de innovaciones en cuestiones de creación e interpretación de la música nos lleva a transportarnos como ya indiqué indirectamente en un artículo anterior, al momento mismo de la inspiración de los grandes músicos, si se estudian las diferentes formas musicales que nos ofrecen nuestros personajes, nos daremos cuenta del estado emocional de cada uno, llamese: decepción, alegria, agitación, tristeza, etc, aunque parezca demasiado macabro hasta el deseo de quitarse la vida. 

En este sentido ya muchos expertos investigaron los efectos de la música de tan dotados músicos, uno de ellos fue el doctor Alfred Tomatis, un reconocido médico francés se ha pasado los últimos cincuenta años estudiando las propiedades curativas del sonido y la música y sus influencias en la creatividad e inteligencia. En sus centros de audición alrededor del mundo, ha hecho pruebas a más de 100.000 pacientes en relación a problemas de audición, trastornos del aprendizaje e impedimentos vocales y auditivos. Sin embargo no trato de buscar las influencias de su sonido, sinó todo lo contrario, buscar nuevos horizontes en la creación de forma musical. Así como los genios no se basaron únicamente en seguir estrictas reglas sinó todo lo contrario, romper esquemas, sin apartarse de la filosofia de la mente es decir de esa interacción entre lo racional o la imaginacion.

Resulta necesario que para quien interpreta música, especialmente aquella que es aplaudida, dar cuenta que al momento de mostrarla o interpretarla muestra tambien razgos de su vida propia, como ya dijimos anteriormente la historia de esa composicion esta basada en la historia de vida del personaje que lo escribió. continuará...
megava@yahoo.com
Instituto de Investigaciones Filosóficas, Universidad Nacional Autónoma de México. /Ludus Vitalis, vol. XVIII, num. 33, 2010, pp. 287-290.
Damasio 1994, p. 15
Chalmers 1999, p. 34-48

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