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domingo, 3 de abril de 2011

LA ESPIRITUALIDAD EN LA MÚSICA

INFLUENCIA DE LA ESPIRITUALIDAD EN LA MÚSICA
ANTECEDENTES
Desde los primeros pasos del hombre en el historia de la humanidad, se produjo diferentes sucesos que marcaron trascendencia en todos y cada uno de los pueblos que pervivieron, de los cuales otros aún perviven, los mismos que fueron guiados por la espiritualidad, considerando a esta como parte fundamental de una comunidad, traspasando incluso los límites de la razón y de la ciencia, la misma que fue estudiada mucho después de las primera manifestaciones de la espiritualidad en la tierra, ésta misma se presenta en diferentes edades, pero ya en la edad Media se contrapone ante todo pensamiento, el análisis Católico que desde su concepción y doctrina trata de eliminar todo rasgo que pudiera influir sobre el pensamiento humano en cada etapa de su vida, naciendo desde este punto de análisis, el espiritismo, las ciencias ocultas,  la magia negra, ocultismo. Tenemos en este sentido el Tótem y el tabú.
La influencia que tiene los misteriosos y los místico fue transmitida de generación en generación inicialmente do forma oral, a posteriori la escrita desde su primera aparición 3.000 a. de C. (Sumerios de Mesopotamia), de esta manera a ciencia ya en los últimos siglos trata de identificar el aspecto lógico de todos y cada uno de los sucesos que puedan suceder siguiendo la metodología ver para creer.
Actualmente en las universidades de EE.UU, existen ya, carreras que están relacionadas específicamente con la espiritualidad, realizándose maestrías y doctorados en este sentido, si bien no tiene aun trascendencia como se quisiera estudiando este campo, realizando análisis estadístico de las páginas de Internet más visitadas, están las de este tipo de temas Scalofrio.com, gótica, y muchas otras páginas más
LA MÚSICA Y LA ESPIRITUALIDAD
La música es analizada desde varios puntos de inicio para el análisis racional y espiritual de la misma, en este sentido desde el punto de vista cristiano está íntimamente ligado como los dicen los escritos de los profetas, relacionando el origen de la música al maestro primigenio como es Luzbel, desde este punto, muchos músicos a los largo de la humidad buscaron formas de transformarse en influencia para sus semejantes, influencia directa sobre el estado psicológico de los mismos, hecho que fue constatado ya en la musicoterapia ya desde su forma positiva, ahora volviendo al puente de partida Luzbel que fue el director de la música del cielo, designado según muchos escritos por Dios mismo antes que fuera echado el Seúl, de donde atormentaría los cuerpos y las almas de los castigados. Este mismo se transforma en el sujeto de petición de muchos deseos de fama que tienen los diferentes artistas, diferenciándose únicamente en los nombres lógicamente diferenciados por el lenguaje pero la esencia de esta situación oculta sigue latente. Es de esta manera que existen tanto mitos y leyendas indicando que los grandes genios de la música ofrecían algo para que su música perviviera por siglos, olvidando en muchos casos quienes realmente eran sufriendo una herida mental.

FRAGMENTO DE UNA BUSQUEDA DE ESPIRITUALIDAD
La intensidad de las pasiones del alma eleva a veces a la música a una especie de insensibilidad serena, a un equilibrio en la altitud que priva de sentido a los términos alegría y dolor. El estado de éxtasis es una especie de neutralidad. Alegría y dolor son como los sexos de las pasiones del alma: el éxtasis las neutraliza en la espiritualización. Por ejemplo: el instante en que nos hemos encontrado con la mujer amada por primera vez, el momento en que la hemos poseído, y el minuto en que hemos dicho adiós para siempre, son en una existencia de amor tres instantes de plenitud entre los cuales el alma vibrante no podría decidir si uno acusó dolor y los otros placer, sino más tarde por comparación con el resto de la existencia. Por el momento, esos instantes excluían toda definición de alegría o de pena. Eran elevamientos, paroxismos, cimas en los que el alma olvidaba contemplar por debajo de sí las vertientes de la alegría y del dolor.
En ello tanto se parece la música al amor, que es el amor mismo, que lleva a la búsqueda de ese algo más que pueda satisfacer los deseos de poder y posesión...Y en comparación con su poder, nuestro amor, con sus pobres medios, se parece débilmente o casi nada a la música. Esta guarda, a la sombra temible de las gigantescas y cerradas, sufrimientos y ebriedades que jamás ofrecerá la vida. La música es el ritmo, es decir, toda la metafísica. Sus alegrías dan miedo: se parecen a las vehemencias de la voluptuosidad y concluyen también por los aleteos de la muerte. Cuando la sinfonía entreabre su abismo ante mi cuerpo inclinado sobre el antepecho de la galería, lo que afronto es mi despersonalización instantánea, total, deliciosa y terrible. No se puede resistir al vértigo de esa columna de humo mágico, se aspira con la ebriedad pasiva de un iniciado. De todos se ven elevarse aquellos instrumentos brillantes que alucinan, la forma terrible del sueño mismo, la experiencia de la humildad del pescador árabe al ver surgir al pez del vaso recogido en su red. Como el pescador del cuento he acudido allí para solicitar del océano sonoro algo de mi pobre alimento, y he ahí que el sello ha sido roto, y con gesto imprudente se ha sacado la urna sumergida en el vaso por el decreto eterno; y el infinito con su rostro espantoso sé despliega en torbellino, y su voz me habla y su hálito me roza y oigo que me dice: “me has llamado; ¿qué quieres?” Ya semeja un irritado genio que se burla de mi amor, y grita: “Pescador estúpido, me has puesto en libertad: esclavo insensato, haré de ti lo que yo quiera”, erró por jardines de pedrerías, es un deseo del un todo vivir en la orquesta los sueños inefables del amor.
Entregarse deliberadamente, por el hecho de concurrir a un concierto, a las manos invisibles de tales potencias, desde que conozco su influencia cierta, fulminante, sobre mis nervios que no lucharán, es algo que jamás he cumplido sin angustia y delicia, apresurado por llegar a mi sitio, molesto por la presencia de las gentes, evitando el encuentro con amigos, ocultándome como un bebedor de opio o un comedor de haxix que va hacia la ebriedad clandestina, o como el amante que acude a reunirse en secreto con su amada. Los hombres incomodan. Lo que se irá a buscar: el delirio del infinito, en el olvido peligroso de la existencia cotidiana, del papel social según las ideas que dominen en los repliegues del alma, como flores, cuchillos, venenos o manuscritos de poemas. Muchos acuden para encontrar una especie de suicidio que es la desposesión de sí mismo, suicidio que también es, por impenetrable misterio, la exaltación del ser ordinario, hasta convertirse en la imagen ideal con que se sueña. Buscan contrastes, del triunfo y de la derrota, del dominio y del abandono de sí mismo; voy para huir de mí tal como soy y encontrarme tal como quiero ser.
Es por eso que se teme de tal modo que no se comprenda con qué violencia se ama la música, que no debería decirse. Es indispensable que dé la razón imperiosa de la pasión a la vez temible para el cuerpo y feliz para el alma. Desde este punto de vista se concursa para olvidarse de uno mismo, para acrecentarse hasta quebrar los límites, ya con la alegría animal y exquisita de penetrar desnudo en el mar, solo ante el sol, ya con el terror de esas noches de enfermedad en que la sombra de los cortinados avanza hacia uno. La enorme ola orquestal desenvuelve sus volutas. Se avanza entre ellos vacilante, como el bañista que, con escalofrío de placer, prueba la frigidez de la primera ola ¿avanzaré más? Sí: el cuerpo se arroja al agua, cedo, todo me arrastra y heme ya flotando en plena sinfonía.
Sin encontrar aun la razón meramente lógica del espíritu, es un gusto gozar con la obra de los grandes maestros, con la estética que revela. Pero ese es un mundo diferente. La cualidad del sonido, en sí, encanta a la criatura en que vivo, la enloquece y la tranquiliza, y la saboreo con sensualidad infinita, con tal sensualidad que los artistas reprocharían como un impudor, como una ofensa a la grave pureza del arte. Es por eso que en este artículo se menciona ese amor espiritual del arte, que como la mayoría de los músicos se ha conocido una ebriedad nerviosa, febril, que se nutre del sonido como de un alcohol. El culto que ellos rinden al arte me reprocharía esa especie de libertinaje: Y sin embargo esa satisfacción sensual en el sonido se adivina en los verdaderos “músicos”, y precisamente la presciencia de ese vértigo en ellos ayuda a discernirlos, a reconocerlos, a distinguirlos de aquellos cuya habilidad puramente técnica podría confundir a un gusto insuficientemente informado. Son aquellos “verdaderos músicos”, y no gentes de talento que se sirven de la música, tan sólo aquellos en quienes se adivina esa sensualidad extraña y poderosa. Se los reconoce en silencio, por ciertos signos, como se reconocen entre sí los fumadores de opio. La belleza de las formas, el afecto, no imponen necesariamente el amor. La atracción magnética de los cuerpos, la armonía sutil de los centros nerviosos, se manifiestan con mucha frecuencia entre dos seres que no se estiman ni se aman y que no se encuentran, uno al otro, hermosos. De igual modo, el respeto de los grandes sinfonistas, la admiración que se siente por sus vidas, por su arte, por sus estilos, son a mi parecer diferentes del terrible amor de la sonoridad en sí misma. su inmanente vértigo enloquece.
No se puede decir si es alegría o dolor, suicidio o acrecentamiento de vida, pérdida o plenitud, lo que produzca la música. Sólo se sabe que la música es una pasión, y no es menester querer saber, respecto de ella ni en lo que toca al amor, si la pasión es mala, o si es malo rehusarse a ella. El espasmo contiene su bien y su mal: agota, pero proyecta o propaga al ser lejos de su centro que el espasmo debilita. El hombre que crea se disminuye, pero su fuerza substraída se transporta al final de una misteriosa adición: se convierte en una obra o un hijo, es decir, el mismo creador transportado fuera de sí mismo. Es muy posible que la voluptuosidad musical, como la otra, no sea más que la forma atrayente del sufrimiento, y que toda vibración intensa sea un dolor. La palabra ya no tiene sentido desde este punto de vista no tendría una investigación lógica ¿no es cierto?
Tales son las delicias de la música. Pero la sensación del presente es atroz, a decir de la influencia negra de la espiritualidad, cuando se presentas sucesos en los cuales está envuelta la sombra del olvido.
¡Oh finales de conciertos! Magia de fuegos artificiales, cuyo inaudito centelleo todavía dilata los ojos de los que a diario buscan esa sensación. El retorno del opio a la vida ofrece también esos horrores indefinibles, de esos descensos lentos hacia la desembriagues, que son una expiación obscura, un estupor.
 - Porque se habitúa uno más pronto a una hora de sueño que a treinta años de vida real.
 ¡Qué dolor significa esa falta de color en la vida, en que uno se ve como un espectro, esos gestos que es necesario hacer! A menudo se aleja uno del amor con fuerza, y alegría, conservando cierta altivez, viendo las cosas con placer: pero no se deja la música sin sufrir. Es un amante cuya posesión no calma. ¿Se calmaría siquiera si observara la muerte de cerca? ¿O tuviera una sensación de magia espiritual netamente?
Muchas veces se busca crear un enlace entre un poema ligada sutilmente a ondas de vibraciones vocales. Cuando se piensa en ello se cree que la música sé burla de uno y desesperaba por el encanto de su misterio prolongado.
Agranda, amplifica, propaga los sueños, pero desafía toda expresión verbal toda una musicalidad de la dicción, para intentar suplir la brevedad tonal de las sílabas, para revelar algo, de esa música interior que se canta en silencio, y que es el sonido mismo del alma, y que no saldrá jamás.
La música es una prolongación indefinida del poema que habla en el sitio mismo y se pierde al alcance de voz. La tortura de la música está en razón de su delicia: tocar lo infinito exige el precio de un dolor proporcional. Nada más temible: el melómano debe resignarse a sufrir más que ningún otro hombre. ¡Desgraciado de él en un mundo en que el hombre no ha preparado ningún ritmo de belleza y no reconoce frecuentemente lo que la naturaleza encubre! La música le crea una psicología especial. Roza directamente su espíritu, es de entre todas las sensaciones terrestres la que le alcanza sin intermediarios.
Su mentalidad desencantada, remolinante en el maestro de la armonía que no tendrá fin, se ramifica en las células nerviosas de lo infinito. Es semejante a un hombre en un jardín, en plena noche obscura, que se recuerda de las flores familiares y no goza más que de su perfume. Si ama, es como si fuese el espectro de sí mismo, volviendo a encontrar en su amante la imperfecta imagen de la euritmia que él le ha sacrificado. Nada equivaldrá a sus alegrías, cuando su demonio se enciende y resplandece en la sinfonía sollozante y sublime; pero nada alcanzará la mortal melancolía del melómano ebrio aun del canto eterno de Scyla, y que siente fundirse en sus oídos la cera vaciada por sus groseros compañeros, cuando magullando sus carnes con las cuerdas que lo ligan a su mástil, se distiende hacia el mar del infinito melódico, atormentado de sueños y sabiendo que la vida no los vale...
EL SERENO
La característica fundamental de Bolivia es su cultura, hecho que marca trascendencia en este estado, es inefable desde tiempos inmemoriales y sin lugar a dudas fue parte del cotidiano vivir, esta fue transmitida sutilmente de padres a hijos y aun hoy está presente en cada una de las ceremonias que se realizan no restringidos por la constitución.
Desde este punto de vista la solicitud de magia y don para interpretar los instrumentos con magnificencia se remonta en los pueblos de las diferentes regiones teniendo base y objetivo inicial el éxito en la siembra y cosecha de sus campos hecho fundamental que aun sigue latente.
Así aparece el sereno, formando un solo cosmos con la creencia que fue originada inicialmente en el departamento de Oruro, cuna boliviana de la cultura artística folklórica. Particularmente acudido por las bandas de música que participan en uno de los patrimonios orales e intangibles de la humanidad con mayor trascendencia, interpretan para que los sonidos que tengan fueran tan divinos que todos los participantes queden maravillados tanto que nunca olvidarían las melodías encantadas de las fiestas de nuestro hermoso país. Ya nada es un secreto tanto que hasta se maneja direcciones en algunas de las provincias de Oruro y por supuesto in excluir la tradición y mística de cada uno de los pueblos de nuestro paraje.
EXPERIENCIAS.
La búsqueda de fama, sapiencia, o solamente por pura ambición y deseo nos lleva a indagar sobre este tipo de ritos o ceremonias respecto a recibir el don de interpretar magistralmente un instrumento. Son un convencido de que no es necesario ser citadino o rural para la búsqueda de este tipo de situaciones espirituales, ya en estados unidos lógicamente adoptara otro nombre pero en esencia tiene un mismo el fin de hacer magia de música, pienso. Dicha búsqueda me llevo a los 14 años aprox. A observar sucesos que tal vez por el hecho de ser aun muy joven no tuvo gran trascendencia, para ser famoso, siempre hasta hoy con la convicción de que la espiritualidad es una gran influencia en la vida artística. Fui llevado hacia una parte denominada tierra virgen, denominado así por la no transitabilidad de personas. Las personas mayores ya habían realizado este tipo de ceremonias, y decían que nada iba a pasar pero aparentemente había que pagar un precio para dicha fama, llevaron un gallo blanco, para que la ceremonia ritual tenga efecto, se decía que nadie tenia que conocer el lugar donde se procedía a este tipo de rituales, sin embargo en esa ocasión todas las personas querían conocer el lugar, por su parte el callahuaya no se opuso cuando le propusieron ir con él.
El callahuaya ya tenía de antemano un día especifico donde según el se sentía mayor espiritualidad, cito a todos en Milluni, un lugar que esta a las afueras de la ciudad nadie se percato de que ese día no había salido el sol, el lugar de característica lúgubre estaba ubicado aprox. A 300 Km. De la sede de gobierno, ya en horas de la tarde ya el callahuaya acompañado del músico más antiguo para que puedan misa, agarro el gallo blanco y se dispuso a decapitarlo, ofreció la sangre del animal, previamente junto todos los instrumentos para echar alrededor de los mismos la sangre, levanto el gallo mascando coca y alcohol y al mismo tiempo ofreciéndolas al Sereno, para que este pudiera representar el alma de todos los que habían traído su instrumento y que éste pudiera ser maravilla, decía palabras en Aymara “tata yupaychitay”, levanto varias veces el gallo hasta agotar la sangre que restaba de mismo, se detuvo unos instantes para distribuir coca y alcohol, a los que estaban presentes obviamente yo no lo mastique por la edad que tenia, continuo…
Ahora es turno del Director para realice su petición dijo, ingresaron solo hacia lo oscuro de una roca gigantesca no vi absolutamente nada, de todos modos el callahuaya repitió la ceremonia, al exterior de dicha roca, en aymara que traducido más o menos decía así: “tío ayúdanos pues, te ofrecemos esta sangre para que las entrañas de la tierra puedan, convertir este instrumento en un instrumento de magia, asimismo para que él lo interprete pueda influir en las mentes de los que lo escuchen, por favor, recíbeme has lo que dispongas para conseguirlo”, al terminar procuro juntar todos los instrumentos para dejarlos en la roca que el callahuaya había señalado para ingresar con el director, este mismo llevo todos los instrumentos hacia mencionada roca, después de indicar las ultimas palabras ceremoniales, indico que volviéramos al día siguiente, explico que ese instrumento debe ser reconocido por el sereno, de todos modos note que el director se quedo allí, con algunas de las personas de mayor edad, yo por ser menor de edad y por el control de mis padres tuve que volver, cabe notar que, particularmente no note nada extraño independientemente de la ceremonia y obviamente de la imagen de la decapitación del gallo, pero al día siguiente ya en la ciudad los que habían pasado la noche en ese lugar dieron cuenta de que si se había escuchado sonidos por los cuales los instrumentos sonaban por si solos.
Aun no puedo determinar realmente si hubo un persona o ser sobre natural que pudiera llenar de magia  a todos los instrumentos que se había depositado solo el hecho de que el día siguiente se recogieron los instrumentos así como se los había dejado, de todos modos una vez que pasaron los años me asombre al ver que los que habían estado presentes en dicha ceremonia realmente habían alcanzado la fama después de años, actualmente siguen viviendo y dedicándose enteramente a la música, no puedo dar cuenta si alguno falleció de todos modos se sabe que cada una de las ceremonias se las realiza continuamente a lo largo de los años que les quede de vida de otra manera su vida será quitada, solo el hecho de que jamás se hablaría de esa situación. Acerca de mi situación no paso a mayores solo el hecho de buscar la magia del cada instante bello es suficiente para amar la música como tal, detallada en la conclusión.
CONCLUSIÓN
Para un artista la música es su lengua materna. Se ve encadenado a pensar en sonidos y a traducir su pensamiento en palabras. Ese estado modifica también su moral. Los músicos son autores de hechos curiosos y mucho más extraños de los que han podido realizar otros hombres. Desterrados perpetuos de una existencia en la que nada responde a su necesidad de armonía concertante, tienen los odios y los amores de seres extraños a la vida habitual. Son transeúntes. Nada destierra tanto como el fervor de la música. La vida alimenta al pintor, pero la amargura de lo inalcanzable, de lo impalpable, remonta en el músico como un pesado mar, y en su corazón agitado la tempestad de la orquesta jamás se calmará. En su alucinación verdadera desfilan cortejos de ideas cuyas formas él no percibe por completo. Es el Tántalo de un paraíso inexorable cuyas fiestas oye detrás del muro descolorido de la existencia común; nada verá de él jamás, y a fuerza de vivir por el oído, enceguece. Tanto que hasta el hecho de buscar la espiritualidad en este caso resulta ser escaso, para la trascendencia que todo músico quiere alcanzar en su paso por la tierra, no esperara a que exista un motivo o razón científica que explique los sucesos que acontecen misteriosamente, solo seguirán en la ruta angosta del fin único de alcanzar el éxito.
BIBLIOGRAFÍA
MAUCLAIR Camille
NIETZSCHE Friedrich
COPLAD Aaron

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